11 de noviembre de 2012

38 Finales + 1 Superfinal, vol.14 - Stories of the Senso's land

Si sale verde dos veces ---; Sperdutti titular (?)

Llegamos a la fecha 15 invictos, pero ya no punteros tras sendos traspiés con dos equipos que saben presionar en el mediocampo y tienen armas con que inquietar, pero que no son ni remotamente parejos en fuerzas a lo que posee el equipo del Tata en cuanto a juego, amen de los consabidos déficits del rojinegro (goleo nada repartido, ausencia de remates de media distancia -salvo los de Scocco-, desaprovechamiento integral (?) de las pelotas paradas, intensidad irregular a lo largo de 90 minutos).

Hablando un poco del porqué, este viernes tuvo mucho sabor a 2009/2010. Francamente solo faltaba el pitufo Grioni repartiendo gritos y botellitas de agua y Peratta saliendo a mitad de cancha y mandando a todos al campo contrario con un pelotazo. Si hasta entró el chino Torres con toda su ignominia a cuestas en el segundo tiempo (?). El nerviosismo de la gente y su desesperación por el triunfo se hizo carne en todo el equipo a los 25 minutos del segundo tiempo, y la pelota empezó a quemar en los pies de todos y cada uno de los jugadores. Incluso en el Tata, quien sacó a un Perez muy nervioso pero en el momento de mayor contacto suyo con la pelota y con el circuito Villalba - Bernardi, tan necesario para la creación de jugadas de ataque leprosa. 

Esto es lógico, todo lo que pasa en las tribunas se transmite. La doble ración de pizza que consumiste golosamente en el entretiempo se transmite a través de los eructos, la piedrez de los pilotines amarillos llega hasta el campo de juego, haciendo que hasta un ignoto Tripodi desvíe con el pecho (!) un misil tierra-aire salido de lo mas profundo de los campos entrerrianos, el mensaje de ganar a cualquier precio, así sea arrojando absurdamente cualquier objeto que tengamos a la mano a un rival sin pensar que incluso detener el partido podría -y de hecho lo hizo- perjudicar a nuestro propio equipo, también les llega a jugadores como Pablo Perez que desbordados por el apuro quieren atropellar a rivales mañosos  y así se cargan de tarjetas durante todo el torneo. Así como el estadio parece venirse abajo en un mar de aliento cuando entonas obviedades lisérgicas como el vino y la droga me vuelan la mente, también parece un terremoto a punto de abrir la tierra en dos cuando sobreviene el inexplicable murmullo y los gritos impacientes pidiendo por revolear el balón a cualquier parte en el momento que Vergini, Víctor López o Guzmán salen jugando prolijamente desde el fondo a pesar de la probada eficacia que han demostrado en este y en tantos otros rumbos.

Este post carece de remate, igual que ER7.

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